martes, 29 de mayo de 2007

Monsieur Duverger

Mi mamá estaba trabajando en la escalera. Se la veía muy ajetreada, casi desesperada. Qué haces, pregunto. “Quiero subir desde el último escalón hasta el primero y así también quiero bajar, pero como están las cosas no se puede”. Decidí ayudarla y pronto estuvo listo. En el primero pusimos el último y en el último dejamos el último. Y esto, claro, en ambos sentidos. Mi mamá gruñía de satisfacción (es su manera de expresar satisfacción).
Después, en el patio, ambas nos vaciamos la memoria, hicimos un gran montículo con nuestros recuerdos mezclados. Los revolvimos un poco con el tridente y los aventamos para que el viento se llevara los más ligeros. Cuando estuvo listo volvimos a colocárnoslos de a puñados en la memoria sin importarnos cuáles eran de quién. Luego subimos o bajamos la escalera (cómo saberlo) y abrimos la botella de vino que, hace tantos años, nos trajo el profesor Duverger (en realidad nos trajo cinco, pero cuatro las consumimos con él). La abrimos para celebrar el éxito de nuestras relaciones madre-hija. Ya estaba bastante rancio el vino, pero igual entre las dos hicimos memoria y nos acordamos de que cuando Duverger nos visitó, en aquel lejano entonces, no hizo más que decir y repetir hasta muy entrada la noche que: “el sistema electoral mayoritario conduce al bipartidismo”. Yo me acordé (ella no) de que al final mi mamá, ya un poco harta, le había dicho: “Entonces la fulana democracia es un chanchullo”. Y el profesor Duverger, muy complacido, afirmó: “Sí, yo creo en el arroz. El arroz es consenso. Consenso es lo contrario de chanchullo ¿verdad?".
.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

sencillamente genial y encantador, gracias por este delicioso trago refrescante y ligero....

Unknown dijo...

Me encanto el exorcismo a la medida! S.

Anónimo dijo...

Un brindis a la salud de las relaciones madre-hija...todo un clásico

Anónimo dijo...

lo que yo queria, gracias

Nuni Sarmiento dijo...

Mucho me alegro, de nada.

Anónimo dijo...

No lo puedo evitar, tengo que leerlo cada cierto tiempo, será la escalera, los recuerdos aventados o la velada completa, siempre me hace falta el profesor Duverger.